Los cuentos en educación infantil
Viajar en alfombras voladoras, vivir en el mundo del nunca jamás, ir hacia un mundo mágico gracias a baldosas amarillas, transformar una calabaza en carroza…en algún momento creímos que esto podía ser posible, volvíamos recurrentemente a estos mundos con la mera intención de divertirnos. Sí, los cuentos son poderosos instrumentos de desarrollo de la imaginación y la creatividad. Pero si los sabemos utilizar con un propósito también se convierten en poderosos instrumentos pedagógicos que pueden aportar mucho, tanto a nuestros hijos como a la relación que tenemos con ellos.
Se habla mucho de la labor de los cuentos como estimuladores de la fantasía de nuestros hijos. A través de estos pueden imaginar realidades distintas, viajar a universos lejanos e incluso conocer a seres poco convencionales. Lo que les ayudará a potenciar su autonomía y libertad creativa además de mejorar su autoestima. Es un gran potenciador de su capacidad léxica ya que les ayudará a ampliar su vocabulario y mejorar su capacidad de expresarse mejor.
Pero a través de la ficción, los padres también podemos encontrar un vehículo de comunicación estupendo y muy adecuado, para la transmisión de los valores familiares y globales. Mediante una metáfora adecuada a su edad los niños pueden aprender de una manera indirecta las pautas éticas que nosotros consideremos correctas. Valores como la generosidad, la amistad, la empatía… Sirven de gran ayuda para moldear conductas negativas en nuestros hijos, ejemplificar una conducta en otro, con un personaje distintos a ellos, puede ayudarles a identificar esa conducta como errónea o negativa. E identificar sus propios miedos y dificultades y llegar a encontrar una solución en los propios cuentos.
En ocasiones, los padres evitan todos los aspectos negativos de los cuentos para ahorrarles lo que creen podría causarles sufrimiento a sus hijos. Los malos y los buenos de los cuentos, son para los adultos demasiado extremos, pero es necesario para la psicología congnitiva de los niños que sean así. Para poder identificarlos sin confusión.
Desde el aspecto más emocial, que al final es el más importante para nuestros hijos, cuando le contamos un cuento creamos un momento de comprensión e intimidad con ellos. Sentirán que les dedicamos tiempo y afecto que es, en muchas ocasiones, lo que más necesitan. Con la falta de tiempo y el ritmo ajetreado de hoy, muchos niños echan de menos a sus padres. Aunque no lo verbalicen (ya que ni ellos son conscientes), a veces mediante conductas están reclamando más atención por parte de sus progenitores. Dedicarles ese tiempo diario puede ser un momento muy valioso para afianzar el apego y la relación afectiva del niño con sus padres.
Pero no vale hacerlo con prisas y como una obligación en nuestro día a día. Hay que tomarse el tiempo necesario creando un ambiente relajado. También hay que demostrarles que estamos disfrutando de ese momento con ellos. Contar las historias de manera emocionante, divertida, yendo despacio e interactuando con nuestro hijo. Porque en definitiva cuando contamos un cuento a nuestros hijos estamos jugando con ellos y lo más importante es que disfruten del momento.
Marina Magro
Profesora de 1º B
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